“De barro”, la escuela y el arte popular

Reseña del documental De barro publicada en la revista digital La Raza Cómica.

POR CRISTIAN PACHECO

 

Un cortometraje documental que con simpleza logra trasladarnos hasta nuestra propia experiencia escolar. Un ejercicio crítico que reivindica la diversidad, rompe con estereotipos y nos recuerda por qué también alguna vez esperamos con ansias marzo.

 

Combinando planos fijos muy bien trabajados y una cámara en movimiento imperfecta, que busca la intimidad del testimonio, este cortometraje documental muestra la cotidianeidad de dos escuelas que participan en un proyecto extra programático liderado por la Red de Mediación Artística y el Museo de Arte Popular Americano (MAPA).

Lo que en un comienzo parece sólo el registro de un proyecto de extensión que releva la educación en las artes, una serie de imágenes evocativas sobre la infancia, la escuela y sus dinámicas particulares, nos trasladan a la sala y al patio, no sin antes incorporar el imaginario de niños y niñas sobre las características particulares del territorio que los rodea.

De Barro profundiza sobre la construcción de subjetividades, donde el autoconocimiento y su representación están mediados por el sistema educativo. Se trata de un material crítico que reivindica la complejidad del proceso de formación y la vida compartida en este espacio común que es la escuela, y donde además se incorpora el punto de vista de niños y niñas frente a la migración y la estructura patriarcal.

Además de insertar la greda desde su valor histórico y social, portadora de expresión popular (objetivo de la interesante iniciativa de gestión cultural, muy replicable por lo demás), el montaje alcanza a modular personajes, dejando abierto un potencial relato coral.

El final del documental confirma una posición latente, un segundo nivel de crítica que cuestiona la retórica multicultural inscrita en el nombre del proyecto Somos tierra de colores. Domínguez y compañía responden con una perspectiva de clase: somos de barro, una formación semi líquida, deforme, sucia y en apariencia homogénea, que comparte un modo de vida y condiciones materiales similares donde la escuela tiene un lugar, y hasta un rol, fundamental.

Siendo optimistas podríamos pensar el barro como una potencial greda, un material portador de una tradición desconocida para niños y niñas en el cual sea posible pintar con colores propios su experiencia. Esa perspectiva de clase es explícita en el último paneo, confirmando que el encargo se transformó en trabajo autoral.

Link del artículo original.